LA EVALUACION EN EDUCACION INICIAL

La necesidad de evaluar en Educación Parvularia.

Autora: Soledad Campo
Coordinadora Nacional del nivel de Educación Parvularia, Ministerio de Educación.

La educación de párvulos así concebida, ha sido un planteamiento bastante antiguo en nuestro país, por lo menos en el papel, y ha hecho énfasis en el desarrollo armónico e “integral” del niño y niña de 0 a 6 años. Aunque este ha sido el enfoque tradicional en educación parvularia, pertenece a la categoría de “currículo contemporáneo”, en el cual están insertas todas las Modalidades Curriculares actualmente vigentes en Chile: Currículo Integral, Currículo Cognitivo y Currículo Personalizado. Este punto de vista educativo, exige flexibilidad y libertad, las cuales deben reflejarse en sus métodos y medios, así como también en todos sus demás elementos que componen el currículo.

La libertas en educación, sobre todo en la educación de niños y niñas pequeños cuyas exigencias intelectuales son simples para el adulto, si no es responsable y basada en sólidos fundamentos teóricos y en sistemáticas observaciones y evaluaciones de lo que está ocurriendo, se transforma en un quehacer al azar, superficial y rutinario que provoca, muchas veces, problemas en el niño o niña, especialmente de adaptación y de frustración. En vez de educarlo lo daña.

Las deficiencias, o peor aún, los errores que puedan estar presentes en esta etapa de educación temprana, podrían llegar a ser graves y marcar al niño o niña por un largo período de su vida escolar.
Estas consideraciones nos inducen a plantear la necesidad imperiosa de una evaluación permanente y continúa en educación parvularia, tanto en relación a los aprendizajes que el niño o niña va adquiriendo, como a los medios y a todos los elementos y personas que influyen en el aprendizaje de los párvulos.

Sin embargo, no podemos dejar de considerar de que al evaluar “actuamos sobre los demás”, intervenimos en la vida de nuestros alumnos, por lo que el procedimiento resulta difícil y la responsabilidad es enorme. Tal vez sea por esto que el Educador de Párvulos, muchas veces, tan sólo mide los aprendizajes de los niños y niñas (o los logros en relación a los pares o al equipo), haciendo una descripción de lo que el niño hace, pero omite el juicio de valor en relación a los mismos. Es cierto que la evaluación en este nivel de educación se hace más difícil, puesto que los énfasis no están en los aspectos cognoscitivos, o mejor dicho, de contenidos, pero, si el Educador de Párvulos quiere poder tomar decisiones acertadas (y sin ellas no tiene sentido darse el trabajo de evaluar), debe emitir los juicios calóricos correspondientes, de acuerdo al marco de referencia previamente escogido.



La evaluación de los niños en el Jardín Infantil.


La evaluación en el Jardín Infantil tiene algunas características diferentes a la que se lleva a cabo en los otros niveles de la evaluación sistemática. Los esenciales son:
1) Se evalúan no sólo los aprendizajes de los niños y niñas, sino también su etapa de desarrollo. Como dice Lydia Bosch, la evaluación se presenta bajo dos aspectos: “el correspondiente al conocimiento de las características del niño y niña, para derivar del mismo una adecuada estrategia docente, y el que se refiere a la constatación de las conductas que se manifiestan en ellos durante o como resultado del proceso de enseñanza-aprendizaje”.
2) No puede emplearse en la medición, pruebas con preguntas que el niño y niña deban responder por escrito, ya que no saben leer. No significa, sin embargo que el niño y niña no pueda responder con lápiz y papel, puesto que pueden marcar en dibujos, y pueden hacerlo en pequeños grupos. No obstante el procedimiento esencial empleado para medir, es la observación que se registra en pautas construidas especialmente para tal efecto.
3) La carencia de notas para calificar las conductas de los niños y niñas. Las evaluaciones en categorías conceptuales y calificaciones se hacen sólo con conceptos. De allí que muchos Educadores no emiten el juicio de valor (que es el papel de las notas) y que se emplea sólo en la asignación de puntaje, o medición.
4) La evaluación, y por ende la medición, toma características diferentes según el tipo de conducta que se pretende evaluar. Es así como las observaciones se planifican y registran de distintas maneras, según se trate de conductas habituales o “típicas”, o si al niño o niña se lo somete a una prueba, para evaluar conductas “máximas”.
5) El empleo de instrumentos semiestructurados o abiertos de preferencia, en vez de aquellos estructurados, debido al tipo de conductas que se pretende que el niño y niña logre y por la etapa de desarrollo en que ellos están.




La Medición de aprendizajes en el Jardín Infantil.

Todas las mediciones, u observaciones sistemáticas que realiza un Educador, se basan en el supuesto de que le servirán para tomar decisiones más acertadas. Sax, dice: “el uso de cualquier prueba o estimulo de medición presume que puede predecir un curso más efectivo de acción del que sería posible sin él”.
Los instrumentos de medición que emplea el Educador de Párvulo en el Jardín Infantil son Pautas de Observación, Estructuradas y Semiestructuradas, pudiendo él colocar al niño o niña en una situación de “prueba”, organizada especialmente para que rinda al máximo de lo que puede hacer (conductas psicomotrices y cognoscitivas), u observando su comportamiento en relación con sus inclinaciones, intereses, actitudes, apreciaciones, etc. en situaciones habituales o de rutina.
Es necesario hacer está clasificación ya que la medición toma características diferentes a las que se hacen en otros niveles educativos, puesto que los objetos planteados son relativos al “desarrollo integral”, lo que implica la observación y registro de todos los aspectos del desarrollo.
Las mediciones además, se realizan en situaciones naturales de trabajo de los niños y niñas, aún cuando se trate de una “prueba”; al niño o niña se lo incentiva para hacer lo mejor posible una actividad más, de las que realiza habitualmente, y se registra lo ocurrido, generalmente instrumentos estructurados.
Las conductas sociales y emocionales son registradas diariamente en instrumentos menos estructurados.
Para hacer ambos registros, el Educador recurre a instrumentos elaborados por él mismo, llamados instrumentos “informales”; o a instrumentos elaborados por especialistas, aplicados y corregidos en condiciones uniformes, llamados instrumentos “estandarizados”. Aún cuando la educación parvularia se plantea que un niño o niña no debe ser comparado sino consigo mismo, su rendimiento se compara en muchas ocasiones, con el de otros niños y niñas.

Ebel postula que “una buena prueba preparada por el maestro abarca una muestra representativa de las tareas que él enseñó a realizar a los estudiantes en este curso”.
“En cambio una prueba estandarizada, puede circunscribir sus tareas a las que esperaba que puedan enseñarse en la mayoría de los cursos dedicados a ese tema”, pero el gran problema es que “no todos los maestros o profesores que construyen una prueba escolar, llevan a cabo una tarea competente y minuciosa de muestreo de los contenidos y conductas que efectivamente enseñaron”.
Por lo tanto, la pregunta de cuáles instrumentos es preferible usar para medir el aprendizaje, si los “informales” diseñados por el propio educador a los estandarizados hechos por especialistas, es una pregunta difícil de responder y para la cual necesitamos saber cuáles son las ventajas y limitaciones de cada tipo de instrumentos.




Aspectos que se evalúan en Educación Parvularia.

La evaluación involucra a todos los factores que intervienen en el proceso educativo, es decir, todo el currículo. En el Jardín Infantil, el Educador debe evaluar, no sólo los aprendizajes de los niños y niñas, sino a los recursos, al método que emplea, a las actividades que realiza, al equipo, a sí mismo (autoevaluación), a los padres, a la evaluación que realiza; debe evaluar todo. Esto significa que debe medir (observar y registrar en instrumentos especiales) todo lo que influye en el aprendizaje del niño y niña, para así tomar decisiones que optimicen todo el proceso. Demás está decir a los Educadores presentes que se evalúan todo tipo de conductas: cognoscitivas, afectivas y psicomotrices, y que también se comprueba si ellas están bien equilibradas en la planificación.
Realizar una tarea como la que se presenta parece un trabajo demasiado arduo, pero no lo es si el Educador se propone ir por partes para lograr mejores evaluaciones. Es un trabajo tan arduo, o menos, que educar que es lo que hacemos todos los días. Los Educadores de párvulo pueden ir mejorando sus estrategias de medición y evaluación, poco a poco, y ojalá en grupos, para lo cual pueden proponer metas a mediano y largo plazo, para ir mejorando sus instrumentos y sus instancias de evaluación, sobre todo si se sabe que se va a trabajar en una institución (Jardín o Colegio) durante un largo período. Además, podrían intercambiar con otros educadores sus instrumentos y, ojalá los publicaran, para todos pudieran aprovechar de su trabajo. Sólo así se lograría ir optimizando los instrumentos (siempre se le van a encontrar errores) año a año y poder contar con un buen número de instrumentos centrados en los aprendizajes que se adquieren en el Jardín Infantil.
Este trabajo ha pretendido ser una síntesis de los aspectos fundamentales de la evaluación de los aprendizajes que llevan a cabo en el Jardín Infantil.
No son todos, y cada uno de los temas necesita una mayor profundización al respecto. Sólo hemos querido motivar a los educadores para construir sus propios instrumentos y para hacer, cada vez mejores mediciones y evaluaciones más certeras. De este modo las decisiones serán más fundamentadas y, por ende más acertadas, todo lo cual irá en provecho del párvulo al que educamos.